Ya hemos comentado que, con la experiencia que no ha quedado más remedio que adquirir teletrabajando durante esta situación de confinamiento, esta modalidad de trabajo se convertirá en una realidad generalizada una vez la pandemia sea superada. Porque todos, trabajadores y empresas, habremos aprendido las ventajas y los beneficios que el teletrabajo aporta a todos.
La reducción de costes para la empresa es obvia. Simplemente, consideremos el coste de los espacios físicos de oficina. Y en el caso de los trabajadores, además de dicha reducción de costes, incluida la de desplazamientos o comidas fuera de casa, por ejemplo, se une la reducción de pérdida de tiempo, aproximadamente una hora y media en las grandes ciudades, y la conciliación.
Pero todo cambio tiene sus implicaciones sociales. En este caso, para las que no hemos recibido entrenamiento y tendremos que realizar un esfuerzo durante un periodo de tiempo para digerirlo.
A nivel personal, como contrapartida a las enormes ventajas que tiene el teletrabajo, nos podremos encontrar, en una primera etapa, con ciertas sensaciones de aislamiento, soledad y falta de pertenencia, así como la realidad de que no tendremos a alguien detrás de nosotros para organizar nuestro desorden. El teletrabajo, correctamente implantado, implicará la desaparición de los asistentes y secretarias, y la pregunta es si algunos están preparados para ello. En cualquier caso, no les quedará más remedio que acostumbrarse, ¿y quién no se acostumbra a poder trabajar desde el porche de tu casa en la playa, por ejemplo?
En lo que se refiere a la unidad familiar, aparecen ventajas relacionadas con la conciliación, sin duda. Pero, al igual que en el plano personal, se pueden presentar ciertos problemas. Y, probablemente, no sólo en la etapa inicial, como sucede con la constante convivencia de la pareja. Como sabemos según múltiples estudios, después de etapas de convivencia continua de la pareja es cuando más divorcios se concretan, con lo que el cuidado en los pequeños detalles y el respeto mutuo será fundamental.
En cuanto a la planificación y la infraestructura de las ciudades, no cabe ninguna duda de que cambiarán de forma dramática su fisonomía, presentando a la vez aspectos positivos y negativos. Como aspectos positivos, nos encontraremos con una mejora general de la calidad de vida, pues, entre otras cosas, conseguiremos aproximadamente una hora y media extra de tiempo libre si vivimos en una gran ciudad, debido a que no tendremos que desplazarnos a la oficina. En paralelo, se reducirán los atascos, el consumo de combustible y la contaminación, al reducirse el tráfico de forma dramática, y asimismo, no habrá necesidad de ampliar ciertas infraestructuras que en estos momentos se colapsan todos los días.
Las rutas y horarios del transporte público deberán rediseñarse, pues están configurados de forma radial, tomando como centro las grandes ciudades. Están diseñados para llevar a los ciudadanos al centro de la ciudad a primeras horas de la mañana y devolverlos a su casa por la tarde, cuando termina la jornada laboral y se produce el cierre de las tiendas y locales comerciales. Probablemente haya que contemplar menos rutas radiales y más rutas circulares y, obviamente, con una planificación horaria diferente a la actual.
Otro cambio que producirá el teletrabajo en muchos negocios será que, en vez de esperar a que vaya el cliente, habrá que ir a su encuentro. Por ejemplo, qué sentido tendrán los restaurantes cuya supervivencia se basa en los menús a la hora de la comida para las personas que trabajan fuera de casa. No tendrán ningún sentido y se tendrán que reconvertir para poder servir comidas a domicilio. Pero, en vez de estar ubicados en los emplazamientos actuales, que es donde están sus clientes ahora, tendría sentido que se trasladaran a polígonos industriales, pues el cliente no va a ir a comer, sino que habrá que llevarle la comida a casa, y el coste del establecimiento seguro que se reducirá de forma dramática. Asimismo, muchas de las tiendas actuales que están ubicadas allí donde hay un tráfico importante de trabajadores, tendrán que buscar nuevas ubicaciones que les coloquen más cerca de donde entonces estarán sus clientes, además de virtualizarse en un porcentaje importante.
Por último, con respecto al urbanismo, según múltiples estudios, la generalización del teletrabajo provocaría la recuperación de aproximadamente el 60% del centro de las grandes ciudades. Esto se produciría de forma gradual, de tal forma que, en una primera etapa, habría problemas de seguridad y salubridad, si bien en la etapa siguiente podrían incrementarse las zonas verdes, y al tener menor tráfico se podría producir un incremento de inseguridad que debería ser superado mediante video vigilancia y patrullas móviles de la policía, como ya sucede en algún país.
Y una ventaja social muy importante será la accesibilidad al mercado laboral y a la formación de todos aquellos cuyas discapacidades físicas dificultan su movilidad, ya que todo lo podrán hacer desde su casa sin moverse.
En definitiva, un nuevo mundo con muchos beneficios se nos ha abierto ya. Y parece imparable, si bien, en el corto plazo, habrá que superar ciertas dificultades basadas en los hábitos de muchas décadas.