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Teletrabajo, el último paso para la virtualización de la empresa

Desde la primera de las crisis más recientes, la de los 90, la paranoia de las empresas ha sido la reducción de costes. Y así, hubo una década de furor por la Reingeniería de Procesos, que ayudó a reducir los costes fijos hasta niveles que, en algunos casos que impidieron el desarrollo de las empresas. En cambio, las que abordaron los proyectos correctamente, optimizaron sus costes fijos y mejoraron sus ventajas competitivas.

Pero el mercado siguió pidiendo precios más baratos, y los inversores mayores dividendos, y así, las empresas tuvieron que aprovechar la oportunidad que la globalización de la economía les ofreció. Comenzaron entonces un proceso de deslocalización de la fabricación, reduciendo en unos casos los costes fijos, y en otros casos cambiando parte de su estructura de costes, haciéndolos variables. Y cuando más allá de deslocalizar, lo que hicieron fue desintegrarse verticalmente, externalizando el área de fabricación, dieron así un primer paso en la virtualización de la empresa.

Parecía que todo estaba tranquilo, y las empresas parcialmente cansadas por los proyectos de reducción de costes acometidos en las últimas décadas, entraron un estado de complacencia. Que se rompió de forma dramática la crisis del 2008, que nos regaló la Sociedad del Bajo Coste, apoyada por Internet, lo que disparó y comenzó la consolidación del Comercio Electrónico, y se produjo así una segunda virtualización, la de la cadena de distribución.

En paralelo, con la fabricación ubicada generalmente en el continente asiático y vendiendo en todo el mundo gracias a la Globalización y el Comercio Electrónico, la logística llegó a un nivel de complejidad, y con una necesidad de estructura, que sólo auténticos especialistas podían abordar. Y así, las empresas tuvieron que volver a desintegrarse verticalmente, externalizando la Logística para delegarla en auténticos especialistas, con lo que se dio un nuevo paso, el tercero en el proceso de virtualización.

Habiendo externalizado la fabricación, la función comercial y la logística, las dos grandes partidas que quedan son las infraestructuras y las personas. En relación con el Real State, lo que han hecho muchas grandes empresas ha sido vender sus espacios de oficina y alquilárselos al comprador, con lo que en principio han realizado una nueva externalización, es decir, que han dado el cuarto paso en el proceso de virtualización. Aunque todavía hay que darle una nueva vuelta de tornillo, pues si bien han conseguido unos ingresos extraordinarios el año en el que han vendido, todavía el alquiler mensual sigue siendo una losa.

Y así, llegamos al apartado de personal, que es el que llena esos espacios de oficina, y al que desde los 90 se ha intentado enviar a trabajar a su casa, a teletrabajar. Pero por una mezcla de problemas psicológicos de los empleados, reticencias por parte de los directivos por falta de entrenamiento en la dirección a distancia y, en menor medida, por problemas de infraestructura tecnológica, la resolución de esta cuestión seguía en estado latente.

Pero llegó el Coronavirus, y todas las empresas han vaciado las oficinas y han mandado a sus empleados a teletrabajar. Y sin un entrenamiento de ningún tipo, resulta que funciona, Las infraestructuras tecnológicas soportan razonablemente bien la carga de tráfico de datos que se ha incrementado de forma dramática y, en cualquier, caso éste nunca sería un problema irresoluble, y menos con la tecnología 5G llamando a la puerta.

Los empleados, en un porcentaje mayoritario, han encontrado una importante reducción de estrés, especialmente a la ida y a la vuelta de la oficina. No han tenido que sufrir el estrés de los atascos y, además, han ganado más de hora y media diaria al no tener que desplazarse y han podido conciliar mejor su vida profesional y personal, además de la reducción de costes de gasolina, comida, etc.

Y quedaba, por fin, el apartado más complicado, el de los jefes, que pertenecen en general a generaciones no digitales y todo esto les cuesta más. Pero al final, la necesidad los ha llevado a tener que aprender a dirigir en la distancia, y si los resultados son los que deben ser, que seguro que lo serán, ya perderán el miedo y serán el último obstáculo para consolidar el teletrabajo, lo que ayudará a las empresas a recudir de forma dramática los metros cuadrados de oficina y, consecuentemente, el pago de la renta que están realizando.

Una vez consolidado el teletrabajo, con la aceptación por parte de todas las partes implicadas y con todos entrenados, vendrá el siguiente paso en la virtualización de la empresa, que será la externalización del personal. Pero no ya sólo por localización, como supone el teletrabajo, sino desde la relación contractual.

Las grandes empresas están, en general, realizando el mapeo de los procesos, como ya hemos dicho, desde los 90, y es lo que han externalizado con éxito, cuando la externalización se ha realizado correctamente. El siguiente paso es la aceptación de que una parte importante del personal que en estos momentos trabaja en las empresas, trabaja en proyectos, pues como hemos dicho, las operaciones han sido ya casi totalmente externalizadas.

Todos los proyectos tienen un principio y un fin, y cada uno requiere diferentes tipos de conocimientos, en definitiva, diferentes tipos de profesionales. Por lo tanto, las empresas necesitan modificar sus competencias cada vez más rápidamente, lo que con empleados fijos es cada vez más difícil y costoso. Y, según nos dice la experiencia, será el quinto paso de virtualización de la empresa lo que consolidará el concepto de Empresa Virtual, que arranca en los 90 y habrá tardado 30 años en llegar a su plena consolidación. Pero ya ha llegado el momento en el que todos los componentes están maduros para ello.